Frío en el ambiente, calor en el cuerpo.
Paz absoluta, una ligera brisa y el sonido de las olas del
mar bajo la luz de la luna.
Mientras paseo tan sólo puedo contemplar como todo ello se
mezcla en una perfecta armonía.
Me hago parte del paisaje, nada desentona… Quedo
hipnotizado, y me evado por completo, hasta el punto de olvidar la hora, mis
preocupaciones, mi vida… Y aunque haya gente a mi alrededor estoy completamente
sólo.
Y entonces, esa continua e inagotable melodía, se convierte
poco a poco en un susurro que va empañando mis pensamientos, hasta que logra
liberar mis cinco sentidos para que puedan captar con total intensidad la magia
del momento.